06 octubre 2014

Santidad y gozo en la Palabra de Dios

Texto: Salmos 119:9-16

Tema: Obediencia a la Palabra de Dios

 

 

I.- INTRODUCCIÓN

         A la Biblia se le ha dedicado un día, la Biblia es el libro más vendido en la historia de la humanidad, la Biblia es el libro más alabado y el más atacado, la Biblia es el libro más explicado y el más torcido y retorcido, de la Biblia se ha dicho de todo y se ha hecho de todo.

         Pero desde el Antiguo Testamento los verdaderos siervos de Dios han tenido la idea correcta sobre la Palabra de Dios. Esa verdad la encontramos en el Salmo 119 en la forma en que el escritor se expresa de la Palabra de Dios.

         El escritor usa muchos sinónimos, pero todos apuntan a la Palabra de Dios, todos apuntan a los mandamientos de Dios. Allí nos damos cuenta del aprecio del escritor por esa Palabra y los resultados de la Palabra en la vida de las personas que, con corazón sincero, la buscan y la obedecen. Veamos lo que nos dicen los versículos desde el nueve hasta el 16 sobre la Palabra de Dios.

 

II.- DESARROLLO:

1.- Limpia el camino del joven: (v. 9). La idea es que, desde la infancia hasta antes de la adultez, la persona mantiene su andar y costumbres en inocencia, limpieza y transparencia espiritual por la obediencia (atesorar, celebrar, conservar, considerar, cuidar, cumplir) la Palabra de Dios (decreto, designio, dicho, discurso, edicto, hablar, ley, libro, mandamiento, manera, mensaje, negocio, noticia, orden, parecer, pensamiento, petición, precepto, promesa).

 

2.- No debemos desviarnos de ella: (v.10) Un verdadero adorador, el que con corazón completo desea a Dios y le consulta, tiene como oración que Dios no le deje desviarse (descarriarse, dirigir al error, transgredir; mediante la idea de intoxicación bambolearse, figurativamente estar arrebatado, aturdir, divagar, estar perdido, trastornar).

Esto demuestra también dependencia de Dios para estar firmes en sus caminos.

 

3.- Debemos llenarnos de ella para no pecar: (v.11) Debemos de guardar (esconder por tapar; acaparar o reservar; proteger) en nuestro corazón la Palabra de Dios, sus dichos; porque ese es el instrumento usado por el Espíritu Santo para guardarnos de pecar contra Dios (errar,  hacer descarriar, defraudar, delinquir, pervertir, prevaricar).

 

4.- Debemos orar a Dios que nos la enseñe: (v.12) Un verdadero adorador de Dios desea que Él le enseñe (adiestrar, aprender, diestro, domar, instruir, hábil) con sus estatutos (costumbre, decreto, ley, límite, norma).

 

5.- Debe ser hablada a otros: (v.13) La Palabra de Dios debe ser contada (anunciar, declarar, enumerar, hablar, manifestar, proclamar, publicar, referir) a los que nos rodean, sean cristianos o no.

Debemos dar a conocer todos los juicios (mandato, manera, modelo, necesario, orden, ordenación, ordenamiento, precepto, razón, sentencia, veredicto) de Dios. De ella es que se debe hablar en los púlpitos, en las escuelas, en el trabajo, en los hogares.

 

6.- Debemos gozarnos en ella: (v.14) Un verdadero siervo de Dios debe haberse gozado, regocijado en el camino (conducir, conducta, costumbre) de los testimonios de Dios (ordenanzas, a veces los diez mandamientos y a veces toda la ley).

No debe sentirse amargado o arrepentido de haber obedecido a Dios en alguna decisión. No importa lo material que se haya perdido. El salmista dijo más que de toda riqueza (abundancia, fortuna, posesiones, cualquier clase de propiedad).

         El cristiano no debe ser menos de ahí, debemos cuidarnos del evangelio que nos predica primero la prosperidad material, la realización profesional y después las cosas de Dios.

        

7.- Ella debe ser nuestra meditación: (15) Los mandamientos de Dios deben ser nuestra meditación (musitar, mascullar, oración, orar, reflexionar).

         Un hijo de Dios debe siempre considerar (examinar, mirar intencionalmente a; considerar con placer, favor o atención, atender, contemplar, mirar, notar, observar) los caminos de Dios (costumbre, manera, paso, rumbo, senda).

 

8.- Debemos regocijarnos en ella y no olvidarla: (v.16) En el presente y el futuro nuestra actitud, como la del salmista, debe ser de regocijo (acariciar, mimar, alegrar, agradar, divertir) en los estatutos de Dios (decreto, ordenamiento, práctica, regla, rito).

         Un verdadero creyente en Dios tiene como propósito nunca olvidar (extraviar, i.e. estar ausente o ajeno de, falta memoria o atención, perder) las palabras de Dios.

 

 

III.- CONCLUSIÓN

         Breve recuento de lo visto hasta ahora, los puntos señalados.

 

IV.- APLICACIÓN

         Todo lo visto en Salmos 119:9-16 nos habla de un hombre que creía en la suficiencia de la Palabra de Dios, que la amaba, se gozaba en ella, guiaba su vida por ella y procuraba ajustar su corazón y actitudes a los preceptos divinos.

         Esa debe ser la actitud de los cristianos en nuestros días, no debemos dejar que nuestra atención sea desviada de la Palabra de Dios, su suficiencia y poder y que por derivación lleguemos a pensar que debemos utilizar elementos extraños para atraer y hacer cambiar a los demás.

         Digamos con el salmista: Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. V.10    En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.  Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras.  V.15,16

 

 

Predicador: José Amado Silvestre Marte

Fecha: domingo 05 de octubre de 2014

Lugar: Templo Central, Hato Mayor del Rey

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