04 febrero 2020

El mandato misionero de Jesús


Texto: Mateo 28:16-20
Tema: La gran comisión de Jesús a los once


I.- INTRODUCCIÓN
El texto que estudiaremos en esta ocasión ha sido titulado “La Gran Comisión” por los traductores de la Biblia al idioma español. La palabra comisión es sinónimo de: encargo, mandato, misión, tarea.
La denominada “Gran Comisión” es realmente la segunda de tres comisiones que Jesús dio a sus discípulos durante sus apariciones después de la resurrección. Pero, según Mateo, esta es la primera aparición a los once. Este episodio constituye la octava de once apariciones, y tuvo lugar en un monte en Galilea. No se sabe el lugar exacto. Probablemente era un lugar que antes él había frecuentado con los discípulos.
         Al haber terminado la historia de lo que ha pasado en el programa de Dios para Su pueblo Israel, Mateo explica como los que han seguido a Jesús entran en el programa divino para la época presente. Jesús lo explicó antes y ahora les toca introducirse en él. Por eso, Jesús deja a Sus discípulos con una comisión para su ministerio futuro en este tiempo.

II.- DESARROLLO

1.- Actitud correcta antes de la misión: (V. 16,17)
a.- Obediencia. Hicieron lo que Jesús dijo, lo que mandó. Si deseamos ser útiles para Dios y ser usados por Él, debemos vivir en obediencia. Hacer lo que Él manda.
b.- Estar en el lugar correcto, el que Jesús señaló, dispuso, estableció. El lugar debía ser un monte en Galilea. Galilea era conocida como Galilea de los Gentiles (4:15) porque servía de hogar para muchos gentiles. Era una región que estaba bajo sospecha tanto por parte del imperio romano, como por parte de los judíos de Jerusalén. Galilea era una región multicultural donde se había levantado la resistencia contra los romanos. Allí Jesús quería comisionarlos, enviarlos a la misión.
c.- Adorar a Jesús. Postrarse, humillarse, reverenciar, reconocer quién es Él y quienes los discípulos. Mostrar fe en Él, no dudar como algunos lo hicieron. De once algunos dudaron, pero de todos modos Jesús los comisionó, a gente imperfecta que Él perfeccionaría.

2.- La autoridad para la misión: (V. 18) Jesús tiene toda autoridad, derecho, capacidad, jurisdicción. Él es Soberano. Dice Calvino: “Es preciso que tenga dominio supremo y verdaderamente divino, aquel que manda que la vida eterna sea prometida en su nombre, que todo el mundo sea sometido a su gobierno, y que sea promulgada una doctrina que ha de sojuzgar toda cosa alta y humillar la raza humana. Y por cierto, los apóstoles nunca habrían sido persuadidos a intentar el desempeño de tarea tan ardua, de no haber sabido que estaba sentado en los cielos su Protector y Vengador a quien había sido dado el dominio supremo”.
Frente al diablo, los demonios, la carne y el mundo sólo la autoridad y el poder de Jesús es suficiente. Recordar a los hijos de Esceva que fueron atacados por demonios (Hechos 19:13-17).
         La misión descansa en la autoridad y el poder de Jesús. No descansa en concilios, asociaciones, pastores, iglesias (la iglesia encamina al que es llamado), etc.
        
3.- El mandamiento a la misión: (V. 19a)
a.- Cristo mandó ir, a marchar, salir y seguir en ello, no a esperar que fueran a ellos los incrédulos.
b.- Cristo también mandó a hacer discípulos, a hacer gente docta, entendida. La idea es gente que aprenda de Cristo, que sea alumna de Cristo y desee llegar a ser como Cristo.
         Es más que sólo evangelizar, aunque se inicia predicando el evangelio (Marcos 16:15), pero no quedándose allí (2 Timoteo 2:2).

4.- El alcance de la misión: (V. 19b) El alcance es a (de) todas las naciones. No es a discipular naciones, es ir a todo el mundo para que haya discípulos de toda raza, lengua y nación (Hechos 1:8; Apocalipsis 5:9).

5.- El contenido de la misión:
a.- Hay que bautizar a los discípulos. (V. 19c) El bautismo testifica la obra que ya Cristo hizo en el corazón, es demostración de que aspiramos a una vida mejor al morir y resucitar con Cristo.
b.- Hay que enseñar la obediencia total a Cristo. (V. 20) Hay que adoctrinar a los discípulos en la obediencia. Hay que dar instrucción, pero no es sólo impartir el conocimiento de las Escrituras, sino también mostrar al discípulo cómo obedecer los mandatos del Señor (LBLA).
Es obediencia a las palabras de Cristo. No a imaginaciones, inventos, suposiciones, palabras direccionadas y cualquier tradición humana, aunque suene bonita.
         Lo que Cristo habla es para ser obedecido, por eso lo manda. Es obedecer todo, no sólo lo que nos gusta, lo que nos llama la atención o nos emociona.
El que no enseña el consejo de Dios está sucio de la sangre de otros (Hechos 20:26,27). Muchos creen que hay que mantener a los cristianos haciendo círculos en temas sencillos porque no entenderán más de ahí, pero los cristianos no son estúpidos (Juan 14:15,16).

6.- La confianza durante la misión: (V. 20) Descansamos en la promesa de la compañía de Cristo con nosotros todos los días, todo el tiempo, por todas las edades, aunque haya momentos de soledad en la misión, en el servicio. Algunos se irán de nuestro lado como sucedió cuando apresaron a Cristo, como sucedió con Pablo (2 Timoteo 4:10). Siempre seremos acompañados por Cristo en la misión, aunque nos envíen a una isla llena de piedras, como a Juan que fue enviado a Patmos (Apocalipsis 1:9).
         Como Jesús se levantó de entre los muertos y es omnipresente como Dios, esta promesa es literalmente verdadera. La constante presencia de Cristo le fortalecerá y estimulará en sus esfuerzos misioneros y de discipulado. (LBLA).

III.- CONCLUSIÓN
Las iglesias que no toman la Gran Comisión en serio se desvanecen y mueren. Discípulos que tampoco la toman en serio no producen hijos espirituales. ¿Cómo podemos convencerles a nuestros hijos que paguen el precio de ser discípulos si no le ponemos ninguna urgencia?
La comisión que el Señor le entregó a Sus discípulos fue para todas las generaciones. Cada seguidor de Jesús tiene la obligación de hacer otros discípulos más. Se debe observar que la comisión no dice: “Hacer convertidos”. La obra no estará completa hasta que el discípulo también llegue a hacer otros discípulos.
¿A cuántas personas conoce que podrían decir que han llegado al nivel espiritual donde se encuentran porque usted les hizo discípulos y se responsabilizó por ellos? ¿Están estas personas haciendo otros discípulos?
Cada cristiano, no importa cuánto tiempo o experiencia tenga en la vida cristiana, tiene algo que compartir con otros. Le puede decir lo que Dios ha hecho en su vida y le puede enseñar las verdades de la Palabra de Dios que ha experimentado, por sencillas que sean.
Haga una lista de las personas que usted podría ayudar a crecer espiritualmente. Tal vez su tarea será presentarles el evangelio. Tal vez ya conocen a Cristo, pero necesitan ayuda para crecer. ¿A quién podría ayudar espiritualmente? Si se siente incapaz, pídale a algún cristiano que usted respete, que le ayude.
A base de la lista de candidatos potenciales, pídale a Dios que le indique uno que pueda empezar a enseñar. Acérquese a esa persona esta semana, o lo más pronto posible, para ofrecer estudiar la Biblia y orar juntos. Los dos crecerán por causa de la comunión espiritual y empezarán a ayudarse mutuamente. (Tomado de: Porter, Rafael: Estudios Bíblicos ELA: ¿Listos Para El Rey?)


Predicador: José Amado Silvestre Marte
Lugar: Templo central, Hato Mayor del Rey, R.D.
Fecha: 02 de febrero de 2020. (Confraternidad de Iglesias Bautistas de las provincias El Seibo y Hato Mayor).

El mandato misionero de Jesús

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