Texto:
Salmos 119:33-48
Tema:
El aplicar y obedecer la Biblia en la vida diaria
I.- INTRODUCCIÓN
El pasaje He tiene por lo menos dos características
notables. La primera es que tenemos aquí una lista de casi cada término que el
salmista utiliza para la palabra de Dios: Tus estatutos, Tu ley, Tus
mandamientos, Tus testimonios, Tu camino, Tu palabra, Tus juicios, Tu
justicia.
El segundo aspecto notable del pasaje es su consistente repetición
del modo imperativo, nueve veces en ocho versículos. Podemos aprender muchas
cosas sobre la oración del Salmo 119, una de las cuales es que atrevernos a
pedir directamente: Enséñame, Dame, Guíame. Nuestro Dios se deleita en dar a
sus hijos cosas buenas, por ello no debemos tener vergüenza de pedirle por
ellas.
Algunas de las peticiones aquí son curiosas. “Inclina mi corazón a
Tus testimonios”, por ejemplo. Me parece que debería ser la responsabilidad del
salmista de inclinar su propio corazón a una dirección en concreto. Lo mismo se
puede decir sobre las peticiones de los versículos 35 y 37. Todos tenemos la
opción de caminar o no en la senda de Dios, de concentrarnos o no en vanidades.
Creo que el esfuerzo del salmista de vivir fielmente es un hecho en estos
versículos; pero al parafrasear sus peticiones de esta manera, está
reconociendo aquí como lo hace a través del salmo que aun su mejor disposición
sólo puede traer fruto con el trabajo continuo de la gracia de Dios en su vida.
Este pasaje es un conjunto de
peticiones relacionadas con la Palabra de Dios, que aquí se menciona con
diferentes nombres como vimos al principio. Vamos a ver cuáles son estas
peticiones.
II.- DESARROLLO
a.- 33: Enséñame el
camino de tus estatutos (lo que debo obedecer) y yo obedeceré hasta el fin. (Enséñame tus estatutos, no las solas palabras, sino la manera de
aplicármelas.)
b.- 34: Hazme entender
tus mandamientos y los pondré por obra de todo corazón. (Dios, por su Espíritu, da entendimiento recto. Pero el Espíritu de
revelación de la palabra no bastará si no tenemos el Espíritu de sabiduría en
el corazón.)
c.- 35: Guíame a través
de tus mandamientos porque mis deseos están sujetos a ella. (Dios pone su Espíritu dentro de nosotros haciendo que andemos en sus
estatutos.)
d.-36: Inclina, dirige
mi corazón a tus testimonios (10 Mandamientos) y no me dejes ser avaricioso
(aprovechado). (El pecado contra el cual aquí se ora
es la codicia. Los que quieren que el amor de Dios se arraigue en ellos, deben
desarraigar el amor del mundo, porque la amistad del mundo es enemistad para
con Dios.)
e.- 37: Quita mis ojos de
lo ilusorio, vano; por el contrario, reanímame en mi caminar por tus sendas. (Vivifícame en tu camino; para redimir el tiempo y hacer todo deber con
espíritu vivo. Contemplar la vanidad nos mortifica y demora nuestro ritmo; el
viajero no debe pararse a mirar todo objeto que se le presente a la vista.)
f.- 38: Cumple, has firme
tu Palabra a tu esclavo que te teme, te respeta. (Las promesas de la palabra de Dios se relacionan mucho con la
preservación del creyente verdadero.)
g.- 39: Quita de mi la
vergüenza que temo, porque tus leyes y estatutos son buenos, prosperan y son lo
mejor. (Cuando Satanás ha llevado a un hijo de Dios a
compromisos con el mundo, le reprochará las caídas a las que él mismo lo ha
conducido.)
h.- 40: Yo he deseado
profundamente tus mandamientos (Ley), reanímame y sáname en tu justicia, en lo
que tú consideras recto y bueno. (El
Dios infinitamente justo sostiene a sus fieles ante las injusticias de la vida.
Cuando disfrutemos la dulzura de los preceptos de
Dios, hará que anhelemos conocerlos más. Y donde Dios ha producido el querer,
producirá el hacer.)
III.- CONCLUSION
El conocer la Biblia,
la Palabra de Dios, es mucho más que el conocimiento teórico, es desearla,
obedecerla, aplicarla a nuestra vida y ser avivados por ella.
El simple conocimiento
bíblico sin obediencia produce religiosos fríos, personas que viven
contendiendo con otros, pero no con una vida fructífera que agrade a Dios.
Debemos orar a Dios que
use el poder de su Palabra para producir en nosotros un avivamiento espiritual,
que su Santa Palabra obre en nuestras vidas y nos vivifique cada día.
En la medida que
apliquemos la Biblia a nuestras vidas individuales y seamos reanimados por
ella, en esa misma medida la Iglesia será avivada y vivirá con poder y
autoridad.
Predicador: José Amado Silvestre Marte
Nota: Datos tomados de diferentes fuentes electrónicas y web.