15 enero 2011

Movilización de una operación rescate

Lectura bíblica: Mateo 9:35–38

A la verdad, la mies es mucha, pero lo obreros son pocos. Mateo 9:37

Aquí va una gran pregunta para comentar: ¿Sabes cuál es la diferencia entre creyentes y no creyentes?

No, no es el comienzo de un chiste sin gracia. La diferencia entre creyentes y no creyentes es realmente seria. Pero no es totalmente evidente.

Por ejemplo, los no creyentes no tienen cuernos diabólicos en las sienes. Y los creyentes no lucen auras angelicales sobre su cabeza.

Sentados en línea al costado de la cancha de fútbol, los jugadores creyentes y los no creyentes usan el mismo uniforme. Sentados frente a sus pupitres en la escuela, todos los alumnos parecen simplemente chicos procurando obtener una buena calificación.

Es probable que conozcas no creyentes que son tan buenos, tan sensibles y tan simpáticos como los creyentes. No obstante, hay una diferencia. Y es enorme. Y tiene importancia para toda la eternidad:

• Los no creyentes están separados de Dios y la vida eterna. Eso significa que no pueden dejar de pecar. Son esclavos del pecado (ver Efesios 2:1–3).

• Los creyentes tienen una amistad con Dios y la garantía de vida eterna. Han sido rescatados de sus pecados y son ahora parte de la familia de Dios (ver Colosenses 1:13).

Quizá has oído decir tantas veces que “los no creyentes necesitan conocer a Jesús” que te entra por un oído y te sale por el otro. Es realmente fácil ser indiferente cuando los no creyentes son tan parecidos a ti.

Pero Dios no se ha olvidado de la diferencia. Él se lamenta por los millones de personas —posiblemente miles meramente en tu escuela y en el lugar donde vives— que no lo conocen. Está increíblemente preocupado por cada uno: de hecho, tan preocupado que tomó el paso supremo a favor de cada estudiante, mamá, papá y el resto del mundo. Se hizo humano y dio su vida por ellos.

Esta es una cuestión seria para Dios. No quiere que nadie perezca, que se vaya al infierno por no haberse arrepentido y pedido perdón (2 Pedro 3:9). Murió para rescatar al perdido, y su operación de rescate no se detuvo en la cruz.

Dios nos da el privilegio de ser rescatadores junto con él. Hay un sinnúmero de personas en nuestro mundo esperando que alguien les cuente del amor incondicional de Dios. Por eso, queremos contarles a cuantas personas nos sea posible, ¡que Jesús ha venido para liberarlas!

PARA DIALOGAR: ¿Qué podemos hacer como familia para alcanzar a otros tal como Dios nos ha alcanzado a nosotros, rescatando a los perdidos a nuestro alrededor?

PARA ORAR: Padre, danos compasión por nuestros amigos que no son creyentes. Ayúdanos a no olvidar nunca que están perdidos sin ti.

PARA HACER: Determinen como familia de qué manera pueden demostrar el amor de Dios a los perdidos a su alrededor.

McDowell, J. J., Kevin. (2005). Devocionales para la familia : McDowell, Josh. (15 de enero). El Paso, Texas, EE. UU. de A.: Editorial Mundo Hispano.

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