11 marzo 2013

Parábola de la fiesta de bodas

Texto: Mateo 22:1-14

I.- INTRODUCCIÓN

Debemos entender que las parábolas de Jesús apuntan al reino de Dios o de los cielos, no hablan de la Iglesia. Aunque la Iglesia puede sacar una enseñanza de ellas, fueron dichas con un propósito específico con la gente de la época de Jesús. Mantengamos claro en nuestra mente que la Iglesia está compuesta por gente que es parte del reino de los cielos, pero la Iglesia no es el reino de los cielos. ¡Cuidado al explicar las parábolas! No confundamos a las personas diciendo lo que Dios no dice.

 

II.- DESARROLLO

1.- En el versículo 2 el Señor está estableciendo una comparación para ilustrar a qué se parece el reino de los cielos. El reino de los cielos es la esfera de gobierno de Dios, tanto presente como futuro, espiritual como material. De inmediato Cristo inicia indicando que se parece a un soberano que hizo un banquete de bodas para su hijo; ya ustedes de entrada pueden ir entendiendo quién es el rey y quién el hijo.

2.- En el versículo 3 se nos señala que el rey envió a sus esclavos a llamar a los invitados, pero ellos no gustaron de ir, no tuvieron voluntad de ir.

3.- El versículo 4 dice que el soberano envió a otros esclavos para que les dijeran que desde temprano se había preparado la comida (posiblemente se refiriera a un desayuno o a un almuerzo), toros y animales engordados con grano han sido sacrificados, que todo estaba dispuesto y les dice ¡ven acá!

4.- Los versículos 5 y 6 nos muestran la forma en que actuaron de nuevo esas gentes: se desentendieron y se fueron unos a su labranza, otros a traficar y otros de manera agresiva echaron mano a los siervos, ejercieron violencia y abuso contra ellos hasta matarlos.

5.- En los versículos 7 y 8 se nos describe la reacción del soberano, del rey. El rey se enojó, envió sus tropas, destruyó a los homicidas y hasta su ciudad quemó.

Entonces dijo a otros siervos que la boda estaba preparada, pero que los que habían sido llamados no se la merecían, no eran los apropiados.

6.- Según el versículo 9 el rey les dijo que fueran a la plaza (lugar céntrico del cual partían los caminos) y que llamaran e invitaran a tantos como hallaran.

7.- El versículo 10 narra que los esclavos salieron por los caminos, reunieron a todos los que encontraron: a) dañinos, degenerados, culpables, delincuentes, moralmente malos, viciosos, perversos, criminales, malignos; b) buenos de carácter y moral, beneficiosos en sus efectos, honorables. La boda estuvo repleta de gente reclinada a la mesa, recostada a la mesa.

8.- Los versículos del 11 al 13 nos muestran una situación que se dio con uno de los invitados: a) El rey entra a inspeccionar y encuentra a uno que no tenía el manto exterior propio para la boda, b) Se le pone delante y le dice: Amigo ¿en qué forma pasaste a este lugar sin tener la ropa de boda? Entonces aquel hombre se quedó como si le hubieran puesto un bozal.

Era habitual para el anfitrión proveer a sus invitados la ropa adecuada. No usar el vestuario provisto mostraba una falta de respeto y de aprecio. Ninguna excusa verdadera podría ser ofrecida para que alguien no la usara ("él enmudeció").

Entonces el rey manda a sus esclavos que ataran a aquel hombre de pies y manos, lo excluyeran de la boda y lo pusieran en un lugar obscuro. Allí amarrado y en la obscuridad aquel hombre se lamentaría y crujiría sus dientes, sufriendo mientras los demás disfrutaban.

9.- En el versículo 14 el Señor dio una tremenda declaración: Hay abundancia de gente que es nombrada y llamada para la boda, pero diminuto y pequeño el número de los seleccionados o elegidos.

ALGUNAS ENSEÑANZAS

La provisión hecha para las almas perecederas en el evangelio, está representada por una fiesta real hecha por un rey, en ocasión del matrimonio de su hijo. Nuestro Dios misericordioso no sólo ha provisto el alimento, sino un festejo real para las almas que perecen de sus rebeldes criaturas. En la salvación de su Hijo Jesucristo hay suficiente y de sobra de todo lo que se pueda agregar a nuestro consuelo presente y dicha eterna.

Los primeros invitados fueron los judíos. Cuando los profetas del Antiguo Testamento no prevalecieron, ni Juan el Bautista, ni el mismo Cristo, que les dijo que el reino de Dios estaba cerca, fueron enviados los apóstoles y ministros del evangelio, después de la resurrección de Cristo, a decirles que iba a venir y persuadirlos para que aceptaran la oferta.

La razón del por qué los pecadores no van a Cristo y a la salvación por Él no es que no puedan, sino que no quieren. Tomarse a la ligera a Cristo y la gran salvación obrada por Él, es el pecado que condena al mundo. Ellos fueron indiferentes. Las multitudes perecen para siempre por pura indiferencia sin mostrar aversión directa, pero son negligentes acerca de sus almas.

Además, las actividades y el provecho de las ocupaciones mundanas estorban a muchos para cerrar trato con el Salvador. Campesinos y mercaderes deben ser diligentes, pero cualquiera sea la cosa del mundo que tengamos en nuestras manos, debemos poner cuidado en mantenerla fuera de nuestros corazones, no sea que se interponga entre nosotros y Cristo.

El ejemplo de los hipócritas está representado por el invitado que no tenía traje de boda. Nos concierne a todos prepararnos para el juicio; y los que, y sólo los que se vistan del Señor Jesús, que tengan el temperamento mental cristiano, que vivan por fe en Cristo y para quienes Él es el todo en todo, tienen la vestimenta para la boda.

La justicia de Cristo que nos es imputada y la santificación del Espíritu son, ambas, por igual necesarias. Nadie tiene el ropaje de boda por naturaleza ni puede hacérselo por sí mismo. Llega el día en que los hipócritas serán llamados a rendir cuentas de todas sus intrusiones presuntuosas en las ordenanzas del evangelio y de la usurpación de los privilegios del evangelio.

Echadlo a las tinieblas de afuera. Los que andan en forma indigna del cristianismo, abandonan toda la dicha que proclaman presuntuosamente. Nuestro Salvador pasa aquí desde la parábola a su enseñanza. Los hipócritas andan a la luz del evangelio mismo camino a la extrema oscuridad. Muchos son llamados a la fiesta de boda, esto es, a la salvación, pero pocos tienen el ropaje de la boda, la justicia de Cristo, la santificación del Espíritu. Entonces, examinémonos si estamos en la fe y procuremos ser aprobados por el Rey. (CMH)

III.- CONCLUSIÓN

-Lectura de Mateo 22:1-14

IV.- APLICACIÓN

- ¿Eres de los que son llamados pero de manera descuidada rechazan a Cristo?

- ¿Te importa el llamado de Dios o no significa nada para ti?

- ¿Estás vestido con la ropa provista por Dios o eres de los hipócritas que aparentan ser de Dios?

- Si el juicio de Dios fuera hoy: ¿Serías echado fuera a las tinieblas o estarías en las bodas de Cristo?

José Amado Silvestre Marte

10 de marzo de 2013

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