26 agosto 2019

Peticiones bíblicas para un avivamiento espiritual


Texto: Salmos 119:33-48
Tema: El aplicar y obedecer la Biblia en la vida diaria


I.- INTRODUCCIÓN
El pasaje He tiene por lo menos dos características notables. La primera es que tenemos aquí una lista de casi cada término que el salmista utiliza para la palabra de Dios: Tus estatutos, Tu ley, Tus mandamientos, Tus testimonios, Tu camino, Tu palabra, Tus juicios, Tu justicia.
El segundo aspecto notable del pasaje es su consistente repetición del modo imperativo, nueve veces en ocho versículos. Podemos aprender muchas cosas sobre la oración del Salmo 119, una de las cuales es que atrevernos a pedir directamente: Enséñame, Dame, Guíame. Nuestro Dios se deleita en dar a sus hijos cosas buenas, por ello no debemos tener vergüenza de pedirle por ellas.
Algunas de las peticiones aquí son curiosas. “Inclina mi corazón a Tus testimonios”, por ejemplo. Me parece que debería ser la responsabilidad del salmista de inclinar su propio corazón a una dirección en concreto. Lo mismo se puede decir sobre las peticiones de los versículos 35 y 37. Todos tenemos la opción de caminar o no en la senda de Dios, de concentrarnos o no en vanidades. Creo que el esfuerzo del salmista de vivir fielmente es un hecho en estos versículos; pero al parafrasear sus peticiones de esta manera, está reconociendo aquí como lo hace a través del salmo que aun su mejor disposición sólo puede traer fruto con el trabajo continuo de la gracia de Dios en su vida.
            Este pasaje es un conjunto de peticiones relacionadas con la Palabra de Dios, que aquí se menciona con diferentes nombres como vimos al principio. Vamos a ver cuáles son estas peticiones.

II.- DESARROLLO

a.- 33: Enséñame el camino de tus estatutos (lo que debo obedecer) y yo obedeceré hasta el fin. (Enséñame tus estatutos, no las solas palabras, sino la manera de aplicármelas.)

b.- 34: Hazme entender tus mandamientos y los pondré por obra de todo corazón. (Dios, por su Espíritu, da entendimiento recto. Pero el Espíritu de revelación de la palabra no bastará si no tenemos el Espíritu de sabiduría en el corazón.)

c.- 35: Guíame a través de tus mandamientos porque mis deseos están sujetos a ella. (Dios pone su Espíritu dentro de nosotros haciendo que andemos en sus estatutos.)

d.-36: Inclina, dirige mi corazón a tus testimonios (10 Mandamientos) y no me dejes ser avaricioso (aprovechado). (El pecado contra el cual aquí se ora es la codicia. Los que quieren que el amor de Dios se arraigue en ellos, deben desarraigar el amor del mundo, porque la amistad del mundo es enemistad para con Dios.)

e.- 37: Quita mis ojos de lo ilusorio, vano; por el contrario, reanímame en mi caminar por tus sendas. (Vivifícame en tu camino; para redimir el tiempo y hacer todo deber con espíritu vivo. Contemplar la vanidad nos mortifica y demora nuestro ritmo; el viajero no debe pararse a mirar todo objeto que se le presente a la vista.)

f.- 38: Cumple, has firme tu Palabra a tu esclavo que te teme, te respeta. (Las promesas de la palabra de Dios se relacionan mucho con la preservación del creyente verdadero.)

g.- 39: Quita de mi la vergüenza que temo, porque tus leyes y estatutos son buenos, prosperan y son lo mejor. (Cuando Satanás ha llevado a un hijo de Dios a compromisos con el mundo, le reprochará las caídas a las que él mismo lo ha conducido.)

h.- 40: Yo he deseado profundamente tus mandamientos (Ley), reanímame y sáname en tu justicia, en lo que tú consideras recto y bueno. (El Dios infinitamente justo sostiene a sus fieles ante las injusticias de la vida. Cuando disfrutemos la dulzura de los preceptos de Dios, hará que anhelemos conocerlos más. Y donde Dios ha producido el querer, producirá el hacer.)

III.- CONCLUSION
            El conocer la Biblia, la Palabra de Dios, es mucho más que el conocimiento teórico, es desearla, obedecerla, aplicarla a nuestra vida y ser avivados por ella.
            El simple conocimiento bíblico sin obediencia produce religiosos fríos, personas que viven contendiendo con otros, pero no con una vida fructífera que agrade a Dios.
            Debemos orar a Dios que use el poder de su Palabra para producir en nosotros un avivamiento espiritual, que su Santa Palabra obre en nuestras vidas y nos vivifique cada día.
            En la medida que apliquemos la Biblia a nuestras vidas individuales y seamos reanimados por ella, en esa misma medida la Iglesia será avivada y vivirá con poder y autoridad.


Predicador: José Amado Silvestre Marte


Nota: Datos tomados de diferentes fuentes electrónicas y web.

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