22 agosto 2019

La amorosa disciplina santificadora

Texto: Hebreos 12:1-11
Tema: La amorosa disciplina de Dios produce santidad


I.- INTRODUCCIÓN
            Parece raro mezclar amor y disciplina en una frase, porque la gente tiene en mente un concepto errado de la disciplina. Se piensa que la disciplina tiene como propósito hacer daño, pero la verdad es que disciplina tiene el significado de instruir a niños, enseñar, corregir, entrenar. Para lograr su verdadero propósito la disciplina debe ser con actitud amorosa.
            Hay muchos malos entendidos entre los cristianos con respecto a estos asuntos. Pero la verdad es que el pasaje que nos ocupa se puede resumir en que existe una amorosa disciplina que santifica.

II.- DESARROLLO
V. 1- El versículo 1 es resultado del final del capítulo 11. Esos creyentes del Antiguo Testamento son una gran nube de testigos de los resultados de la fe en Dios. Pecadores que creyeron en Dios recibieron bendiciones materiales y espirituales y fueron gentes que obedecieron a Dios a pesar de su naturaleza pecaminosa. Por la fe en Dios ellos lo agradaron y pudieron tener victoria en medio de pruebas.
            Los que vivimos en la gracia y que el Espíritu Santo vive en nosotros, debemos ejercitar la misma fe que esos testigos, poniendo lejos de nosotros el pecado que nos rodea por todos lados y de manera presurosa participar en la agonizante carrera que tenemos por delante. Debemos quitar lo que nos puede hacer tropezar y caer, lo que nos quita las fuerzas necesarias para seguir adelante (1 Corintios 9:24).

V. 2- Debemos participar en la carrera y batalla cristiana mirando siempre a Jesús. Tenemos los ejemplos del Antiguo Testamento, tenemos el testimonio de hombres fieles a Dios en la historia de la Iglesia, pero siempre debemos estar enfocados en Jesús (Efesios 4:13).
            Los corredores deben estar mirando hacia la meta a la que desean llegar, nuestra meta es ser como Cristo, por lo tanto, a Él es que debemos estar mirando hasta que lo logremos, lo cual será nunca. Pero no debemos desanimarnos, lo que debemos hacer es seguir corriendo toda la vida. La carrera cristiana dura toda la vida.
            Cristo corrió pensando en el gozo que es mayor que toda la vergüenza o desgracia. Así debemos también correr los cristianos, pensando en el gozo eterno que es mayor que cualquier vergüenza o desgracia presente.

V. 3- Contemplemos a Cristo, a quien le disputaron y desobedecieron, a quien los pecadores atacaron continuamente, de tal manera que al considerar lo que Él hizo, no perdamos el aliento y las fuerzas hasta desmayar o sentirnos desamparados por Dios. La vida de Cristo debe ser nuestro ejemplo para seguir adelante, teniendo nosotros también en poca cosa lo que nos puedan hacer los incrédulos.

V. 4- Este versículo nos recuerda que todavía no hemos enfilado nuestras armas espirituales a tal punto que lleguemos a derramar nuestra sangre. En nuestro combate contra el pecado todavía no hemos llegado al punto en donde se haga necesario derramar nuestra sangre.
            Observe que aquí el combate es en contra del pecado, es confrontar el pecado del otro ser humano (Efesios 6:12). No hemos sido llamados a hacer guerra física contra otro ser humano, es en contra de su accionar pecaminoso. No creemos en las cruzadas y las guerras santas. El cristianismo es diferente, si se ha de derramar sangre será la nuestra, no nosotros derramar la de otra persona. Muchos que no han nacido de nuevo, aunque estén o no en la membresía de la iglesia, no entienden esto.

V. 5,6- Estos versículos advertían a los hebreos que habían olvidado la exhortación consoladora que Dios les había dicho en el Antiguo Testamento: No debían tener al menos la disciplina o entrenamiento de parte de Dios y no desmayar o desanimarse cuando Dios los amonestara (Job 5:17; Proverbios 3:11,12).
            Dios sólo corrige, instruye, entrena, educa y azota a los que recibe y acepta como sus hijos. Ellos no debían olvidar eso y nosotros tampoco. Cuando sintamos la corrección y los azotes de Dios es porque Él nos está educando, entrenando y corrigiendo por el hecho de ser sus hijos.

V. 7-9- Si perseveramos bajo la disciplina debemos entender que Dios nos está tratando como hijos, diciéndonos que Él es nuestro padre. Hay una pregunta que nos indica que es algo extraño si hay algún hijo que nunca es disciplinado y corregido por su padre. Se entiende que la norma es que los hijos sean confrontados y corregidos por sus padres, quienes ejercen disciplina sobre ellos.
            El que dice que es cristiano y nunca Dios lo ha disciplinado entonces debe entender que en verdad no es hijo legítimo, no es de la gracia. No es hijo de la promesa, no es de Sara sino de Agar la empleada de la casa. Si Dios aparentemente te deja pecar y nunca has sentido su corrección y sus azotes, entonces no eres un verdadero hijo de Dios, eres bastardo, no eres parte de la familia de la fe. Dios no tiene hijos bastardos, todos son parte de la misma familia.
            Si a nuestros padres terrenales los respetábamos cuando nos disciplinaban, es mucho mejor someternos al padre de todo espíritu y vivir, ser preservados y guardados.

V. 10,11- Los padres terrenales nos disciplinan hasta cierta edad, hasta que ya se supone que llegamos a la mayoría de edad o nos independizamos, y lo hacen según ellos consideran o les parece que es lo mejor, pero Dios lo hace con dos propósitos útiles y que son de provecho y beneficio eternos.
            La disciplina, cuando se está ejecutando puede producir tristeza (Proverbios 15:10), es un entrenamiento en el cual hay que quitar todo lo que estorbe, es Dios desnudándonos. Pero dice la Palabra de Dios que al final produce un saludable resultado:

1.- Para que participemos y comamos de su santidad: v. 10up (1 Pedro 1:15,16; Hebreos 12:14).
2.- Produce justicia, rectitud, lo que es bueno y nos conforma al carácter de Dios: v. 11up (Mateo 5:48; Filipenses 1:9-11).

III.- CONCLUSIÓN
            La disciplina que viene de Dios tiene como propósito producir en nosotros santidad y justicia. Dios nos entrena para producir fruto en nosotros, para lo que es provechoso, para lo que es bueno.
            La disciplina Dios la ejerce sobre sus hijos, para aquellos que pertenecen a su familia espiritual. Si Dios deja a alguien sin disciplina está indicando que tal persona no es hija de Él, que es bastarda, ilegítima.
            Si estás siendo disciplinado por Dios, si estás en la escuela de entrenamiento de Dios significa que está procurando un carácter santo como el de Él y hacerte participar de su santidad. No tengas en poco cuando Dios confronte tu pecado y te corrija, es para provecho.
            Y no detengamos o intentemos detener el proceso de disciplina en la vida de un cristiano, le estaremos haciendo daño e impidiendo su crecimiento espiritual. Alguna vez Dios ejercerá su disciplina por medio de la iglesia local, debemos ejercerla con la actitud amorosa que Dios espera de nosotros.


 Predicador: José Amado Silvestre Marte

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