Texto: Hebreos
12:1-11
Tema: La amorosa
disciplina de Dios produce santidad
I.- INTRODUCCIÓN
Parece raro
mezclar amor y disciplina en una frase, porque la gente tiene en mente un
concepto errado de la disciplina. Se piensa que la disciplina tiene como
propósito hacer daño, pero la verdad es que disciplina tiene el significado de instruir a niños, enseñar, corregir,
entrenar. Para lograr su verdadero propósito la disciplina debe ser con actitud
amorosa.
Hay muchos malos entendidos entre
los cristianos con respecto a estos asuntos. Pero la verdad es que el pasaje
que nos ocupa se puede resumir en que existe una amorosa disciplina que
santifica.
II.- DESARROLLO
V. 1- El
versículo 1 es resultado del final del capítulo 11. Esos creyentes del Antiguo
Testamento son una gran nube de testigos de los resultados de la fe en Dios.
Pecadores que creyeron en Dios recibieron bendiciones materiales y espirituales
y fueron gentes que obedecieron a Dios a pesar de su naturaleza pecaminosa. Por
la fe en Dios ellos lo agradaron y pudieron tener victoria en medio de pruebas.
Los que
vivimos en la gracia y que el Espíritu Santo vive en nosotros, debemos
ejercitar la misma fe que esos testigos, poniendo lejos de nosotros el pecado
que nos rodea por todos lados y de manera presurosa participar en la agonizante carrera que tenemos
por delante. Debemos quitar lo que nos puede hacer tropezar y caer, lo que nos
quita las fuerzas necesarias para seguir adelante (1 Corintios 9:24).
V. 2- Debemos
participar en la carrera y batalla cristiana mirando siempre a Jesús. Tenemos
los ejemplos del Antiguo Testamento, tenemos el testimonio de hombres fieles a
Dios en la historia de la Iglesia, pero siempre debemos estar enfocados en
Jesús (Efesios 4:13).
Los
corredores deben estar mirando hacia la meta a la que desean llegar, nuestra
meta es ser como Cristo, por lo tanto, a Él es que debemos estar mirando hasta
que lo logremos, lo cual será nunca. Pero no debemos desanimarnos, lo que
debemos hacer es seguir corriendo toda la vida. La carrera cristiana dura toda
la vida.
Cristo
corrió pensando en el gozo que es mayor que toda la vergüenza o desgracia. Así
debemos también correr los cristianos, pensando en el gozo eterno que es mayor
que cualquier vergüenza o desgracia presente.
V. 3-
Contemplemos a Cristo, a quien le disputaron y desobedecieron, a quien los
pecadores atacaron continuamente, de tal manera que al considerar lo que Él
hizo, no perdamos el aliento y las fuerzas hasta desmayar o sentirnos
desamparados por Dios. La vida de Cristo debe ser nuestro ejemplo para seguir
adelante, teniendo nosotros también en poca cosa lo que nos puedan hacer los
incrédulos.
V. 4- Este
versículo nos recuerda que todavía no hemos enfilado nuestras armas espirituales
a tal punto que lleguemos a derramar nuestra sangre. En nuestro combate contra
el pecado todavía no hemos llegado al punto en donde se haga necesario derramar
nuestra sangre.
Observe que
aquí el combate es en contra del pecado, es confrontar el pecado del otro ser
humano (Efesios 6:12). No hemos sido llamados a hacer guerra física contra otro
ser humano, es en contra de su accionar pecaminoso. No creemos en las cruzadas
y las guerras santas. El cristianismo es diferente, si se ha de derramar sangre
será la nuestra, no nosotros derramar la de otra persona. Muchos que no han
nacido de nuevo, aunque estén o no en la membresía de la iglesia, no entienden
esto.
V. 5,6- Estos
versículos advertían a los hebreos que habían olvidado la exhortación consoladora
que Dios les había dicho en el Antiguo Testamento: No debían tener al menos la
disciplina o entrenamiento de parte de Dios y no desmayar o desanimarse cuando
Dios los amonestara (Job 5:17; Proverbios 3:11,12).
Dios sólo corrige, instruye,
entrena, educa y azota a los que recibe y acepta como sus hijos. Ellos no
debían olvidar eso y nosotros tampoco. Cuando sintamos la corrección y los
azotes de Dios es porque Él nos está educando, entrenando y corrigiendo por el
hecho de ser sus hijos.
V. 7-9- Si perseveramos
bajo la disciplina debemos entender que Dios nos está tratando como hijos,
diciéndonos que Él es nuestro padre. Hay una pregunta que nos indica que es
algo extraño si hay algún hijo que nunca es disciplinado y corregido por su
padre. Se entiende que la norma es que los hijos sean confrontados y corregidos
por sus padres, quienes ejercen disciplina sobre ellos.
El que dice
que es cristiano y nunca Dios lo ha disciplinado entonces debe entender que en
verdad no es hijo legítimo, no es de la gracia. No es hijo de la promesa, no es
de Sara sino de Agar la empleada de la casa. Si Dios aparentemente te deja
pecar y nunca has sentido su corrección y sus azotes, entonces no eres un
verdadero hijo de Dios, eres bastardo, no eres parte de la familia de la fe.
Dios no tiene hijos bastardos, todos son parte de la misma familia.
Si a
nuestros padres terrenales los respetábamos cuando nos disciplinaban, es mucho
mejor someternos al padre de todo espíritu y vivir, ser preservados y
guardados.
V. 10,11- Los
padres terrenales nos disciplinan hasta cierta edad, hasta que ya se supone que
llegamos a la mayoría de edad o nos independizamos, y lo hacen según ellos
consideran o les parece que es lo mejor, pero Dios lo hace con dos propósitos
útiles y que son de provecho y beneficio eternos.
La
disciplina, cuando se está ejecutando puede producir tristeza (Proverbios
15:10), es un entrenamiento en el cual hay que quitar todo lo que estorbe, es
Dios desnudándonos. Pero dice la Palabra de Dios que al final produce un
saludable resultado:
1.- Para que
participemos y comamos de su santidad: v. 10up (1 Pedro 1:15,16; Hebreos
12:14).
2.- Produce justicia,
rectitud, lo que es bueno y nos conforma al carácter de Dios: v. 11up
(Mateo 5:48; Filipenses 1:9-11).
III.- CONCLUSIÓN
La
disciplina que viene de Dios tiene como propósito producir en nosotros santidad
y justicia. Dios nos entrena para producir fruto en nosotros, para lo que es
provechoso, para lo que es bueno.
La
disciplina Dios la ejerce sobre sus hijos, para aquellos que pertenecen a su
familia espiritual. Si Dios deja a alguien sin disciplina está indicando que
tal persona no es hija de Él, que es bastarda, ilegítima.
Si estás
siendo disciplinado por Dios, si estás en la escuela de entrenamiento de Dios
significa que está procurando un carácter santo como el de Él y hacerte
participar de su santidad. No tengas en poco cuando Dios confronte tu pecado y
te corrija, es para provecho.
Y no
detengamos o intentemos detener el proceso de disciplina en la vida de un
cristiano, le estaremos haciendo daño e impidiendo su crecimiento espiritual.
Alguna vez Dios ejercerá su disciplina por medio de la iglesia local, debemos
ejercerla con la actitud amorosa que Dios espera de nosotros.
Predicador: José
Amado Silvestre Marte