Texto: Mateo 20:20-28
(Marcos 10:35-45)
Tema: Los grandes en el
reino de Dios
I.- INTRODUCCIÓN
El pasaje que nos ocupa hoy viene a
continuación de una parábola y un anuncio de parte de Jesús. La parábola es una
porción encerrada entre Mateo 19:30 y 20:16 que nos habla de que el tiempo en
el reino de Dios no es lo más importante, lo verdaderamente importante es que
todos somos llamados a la salvación y al servicio por la gracia de Dios y
dependemos de su sola gracia.
El anuncio está en 20:17-19 en donde
Jesús toma los doce discípulos y les profetiza sus sufrimientos, muerte y
resurrección. Luego de un anuncio de tanta importancia, al que parece que no le
prestaron atención o no lo entendieron, es que sucede lo que nos ocupa en esta
ocasión.
II.- DESARROLLO
1.- La petición de
una madre:
(vs. 20,21) No dice el nombre de la señora, pero en Mateo 20:55,56 da a
entender que ella acostumbraba a seguir a Jesús con sus hijos y le servía. En
Marcos 10:35-37 dice que fueron sus hijos Jacobo y Juan quienes hablaron. Lo
más probable que ellos utilizaran a su madre como presión, pero estaban junto a
ella y Jesús sabía que el asunto partía de los hijos.
La expresión en griego sugiere que
ella vino en actitud suplicante, para que Jesús ordenara o mandara (no se sabe
a quién lo iba a mandar, a ordenar) que cuando Él se sentara a reinar sentara
también a sus dos hijos a ambos lados del trono. Por lo menos ellos creían que
Jesús iba a reinar, lo que no entendían era el tipo de reinado del Señor.
Ella quería que sus hijos fueran
segundo y tercero en el reino de Dios en cuanto a gobierno y autoridad. Hoy
también se usa en protocolo sentar las personas a ambos lados de la figura
principal en un acto. La figura principal al centro, a su derecha el segundo, a
su izquierda el tercero, a la derecha de nuevo el cuarto, a la izquierda de
nuevo el quinto y así sucesivamente.
Ellos querían ser superiores, más
grandes que los demás discípulos del Señor, dirigir todo el vasto reino de
Jesús junto con Él, tener supremacía sobre todo otro ser humano. Tenían sed de
poder y de autoridad. Algo no extraño en el ser humano, aun en la iglesia de
Cristo.
2.- Jesús les
muestra su ignorancia y el costo de reinar: (vs. 22,23a) (Marcos 10:38,39) Lo primero que Jesús les dice es que ellos no
saben, no entienden lo que están pidiendo. Luego les pregunta si están
dispuestos a pagar el costo de reinar con Él y ellos le dicen que sí pueden. La
copa habla de sufrimiento.
Muchos desean el poder del trono, sin
estar preparados para pagar el precio del sufrimiento. Otros dicen con ligereza
y facilidad: Podemos, sin darse cuenta de lo que implica su elección, y que
nada más que la gracia de Dios puede hacer posible su cumplimiento. (F. B. Meyer). Cristo les anuncia que
ciertamente iban a sufrir y de hecho fue así: Uno fue asesinado y el otro murió
en la isla de Patmos deportado.
Para abatir la vanidad y la
ambición de su pedido, Cristo los guía a pensar en sus sufrimientos. Copa
amarga es la que debe beberse; copa de temblor, pero no la copa del impío. No
es sino una copa, pero seca y amarga quizá, pero pronto se vacía; es una copa
en la mano del Padre. El bautismo es una ordenanza por la cual somos unidos al
Señor en pacto y comunión; y así es el sufrimiento por Cristo. Pero no sabían
qué era la copa de Cristo, ni qué era su bautismo. Comúnmente los más confiados
son los que están menos familiarizados con la cruz. (CMH).
3.- Una aclaración necesaria: (v.
23b) (Marcos 10:40) Cristo les aclara que las posiciones de autoridad en el
reino de Dios, el Padre era quien ya lo había decidido soberanamente, es algo
que ya el Padre lo había preparado. Cada persona de la Trinidad (Triunidad)
tiene aclaradas y especificadas sus funciones y su área de trabajo, ahí no hay
discusiones. Dios no va a discutir consigo mismo.
Pero el Señor sí les aseguró que
reinarían con Él: Lucas 22:29,30.
4.- El enojo hipócrita de los 10: (v.24)
(Marcos 10:41) A simple vista parecería que los otros 10 discípulos se
molestaron sinceramente con Jacobo y Juan por su petición. Realmente se
molestaron porque cada uno quería hacer la misma petición (Mat. 18:1; Mar.
9:33,34; Luc. 9:46; 22:24).
Nada hace más mal entre los hermanos
que el deseo de grandeza. Nunca encontramos disputando a los discípulos de
Cristo sin que algo de esto se halle en el fondo de la cuestión. (CMH).
Pero tal actitud no escapa de
nosotros en estos días. Muchas de las disputas entre hermanos, entre pastores e
iglesias vienen y proceden del deseo de grandeza, supremacía, poder, autoridad
y renombre de muchos hermanos, de pastores y líderes y aun de iglesias
completas.
Muchos problemas entre los bautistas
en nuestro país proceden más de cuestiones de poder y autoridad que de temas
doctrinales. Con más facilidad discutimos por quién dirigirá la Asociación de
Iglesias Bautistas, quién debe presidir tal o cual directiva o la iglesia
local, quién debe tener el templo más grande o vistoso y cuestiones así. La
doctrina nos divide menos que asuntos de esa naturaleza.
5.- Los grandes y
primeros en el reino de Dios: (vs. 25-28) (Marcos 9:42-45)
Al recibir la petición de la madre
de los Zebedeos incitada por ellos, al percibir el enojo de los diez y las
discusiones previas, Jesús los invita a acercarse a Él y les habla más claro
que antes:
1.-
Jesús les explica lo que acontece en el mundo: Los grandes, príncipes,
soberanos, gobernantes, magistrados y autoridades controlan, subyugan, señorean
y dominan las naciones. Además, los fuertes, grandes y los que infunden gran
temor tienen todos los privilegios;
2.-
Entre los miembros del reino de Dios no debe ser igual que en el mundo. En la
iglesia de Dios se debe actuar diferente al mundo en las posiciones de
autoridad o liderazgo;
3.-
El que quiera hacerse grande entre los hijos de Dios debe ser servidor o
sirviente (diákonos) de los demás: hacer
mandados, ayudante, mesero o en otros quehaceres domésticos;
4.-
El que quiera ser el primero (importante, noble, principal, influyente, el
mejor) entre los hermanos debe ser el siervo (doúlos: esclavo, sujetado o subordinado) a los demás (Mateo 18:4;
23:11; Marcos 9:35; Lucas 9:48; 22:25,26 Aquí les llaman obradores del bien,
filántropos. Los que mandan deben considerarse diáconos);
5.-
Cristo se pone de ejemplo, siendo igual a Dios vino a ser el diácono de los
demás, a dar su vida en lugar de muchos. El maestro no vino para ser servido,
Él sirvió a muchos sanando, alimentando y sacrificándose en lugar del pecador,
muriendo como sustituto del pecador.
III.- CONCLUSIÓN
El cristiano debe ser diferente al
mundo, no sólo en sus prácticas, sino también en sus actitudes, su forma de
pensar y de ver el reino de Dios y la iglesia. Todo lo que podamos hacer o ser
depende de la gracia y la soberanía de Dios. Nada nos hace mejores que los
demás, debemos ser mansos y humildes de corazón como Jesucristo (Mat. 11:29),
aprendamos de Él.
IV.- APLICACIÓN
1.-
¿Cuáles son las razones que te mueven a buscar y querer estar en alguna
posición entre el pueblo de Dios?
2.-
¿Eres movido por el deseo de servir a los demás o buscar reconocimiento y
aplausos?
3.-
¿Usas la autoridad para la gloria de Dios y ayudar a los demás a ser como
Cristo?
4.-
¿Piensas que las posiciones de liderazgo te dan privilegios por encima de los
demás hermanos de la iglesia?
5.-
¿Cómo ves a los hermanos que están como líderes y que presiden en la iglesia?
¿Piensas que son seres especiales que no pecan y que no se equivocan y que hay
que rendirles reverencia?
6.- ¿Te
sujetas a los que te presiden porque obedeces a Dios o porque los crees mejores
que tú y que tienen derecho a hacer lo que quieran con tu vida y con la
iglesia?
Predicador: José Amado Silvestre
Marte