Texto: Juan 4:19-24
Tema: El culto y los ofertantes que bíblicamente
agradan a Dios
I.- INTRODUCCIÓN
Recordando
de manera resumida lo que vimos en la predicación pasada, dijimos que el culto puede
entenderse fundamentalmente como un acto comunitario de servicio y ofrenda a
Dios en acción voluntaria, en respuesta agradecida a lo que Él ya hizo por
nosotros.
También hemos visto que la palabra adoración se define
como un servicio a Dios, y nunca el servicio de una persona a otra
persona. Además, adoración quiere decir inclinarse, rendir homenaje, honrar el
valor de otro; en la adoración honramos a uno superior a nosotros mismos y no a
un igual o a un inferior. A Dios le debemos un honor único, no compartido si no
exclusivo. En el centro de toda adoración está Dios mismo.
Por otro
lado, vimos dos verdades en cuanto al culto y la adoración: que debemos estar seguros
de que lo principal para Dios no es el lugar de culto y adoración y que la
adoración puede ser producto de la ignorancia, sin conocer a quién adoramos y
cómo le agrada que se le adore y rinda culto.
Pero en la
conversación de Jesús con la mujer samaritana, el Señor enseña otras verdades
que es bueno extraer y que nos muestran qué es lo más importante para Dios y
qué Él busca en el culto que le agrada. Iniciamos con lo siguiente:
II.- DESARROLLO
1.- Existen los falsos adoradores: (Juan 4:23) Si
Jesús aclara lo de verdadero, es porque existían los falsos, se establece un
contraste. Es posible estar en un servicio o culto para Dios, haciendo lo mismo
que todos los demás que están presentes, pero no con la actitud, el propósito y
el corazón correctos. Es posible cantar, ofrendar, tocar, leer, predicar y
hacer cualquier cosa en una reunión de la iglesia y ser un falso adorador. Ese
era el caso de Israel en Isaías 29:13.
Un falso
adorador es alguien que con su boca exalta a Dios, de manera externa aparenta
engrandecer el nombre de Dios, pero su corazón está lejos de Dios por ser
incrédulo, por pecado no confesado o porque todo lo hace por complacer a los
hombres. Todo el que ve y escucha a tales personas puede pensar que está
adorando a Dios, pero el Señor que escudriña los pensamientos y las intenciones
del corazón sabe que tal persona es un falso adorador. Dios no acepta la
ofrenda de tal persona, aunque los presentes digan “amén”. Tal era el caso de
Caín en Hebreos 11:4 y 1 Juan 3:12.
2.- Existen los verdaderos adoradores: (Juan 4:23) Una
persona realmente rinde culto y servicio a Dios, un cristiano realmente adora a
Dios y viene a los cultos con un corazón postrado y humillado ante Él cuando lo
hace en el espíritu y no de forma carnal y cuando su corazón es sincero y veraz
ante Dios. Es algo que está más allá de la apariencia, de lo que se ve.
Dice el
pasaje que Dios busca, demanda y procura que se le adore en espíritu y en
verdad, que ese es el tipo de adoradores que Él exige. Dios no busca sólo alabadores
y cantadores, busca adoradores, gente que se humille ante Él, gente con
reverencia y respeto hacia su persona, gente con corazones suplicantes ante su
majestad y soberanía. El Señor busca gente que le rinda homenaje por quien Él
es, por sus atributos y virtudes y no por lo que Dios le puede dar.
Dios busca
que todo el que le cante, el que ofrende, el que toque, el que predique, el que
haga cualquier cosa en el culto y la vida diaria sea porque reconoce en verdad
la majestad de Dios, entiende lo que Dios le ha dado en Cristo y de manera
gozosa, intencional y sincera se acerca al Señor.
3.- Dios es espíritu y es necesario adorarle con esa
conciencia: (Juan 4:24) El espíritu
o alma del hombre, influido por el Espíritu Santo, debe adorar a Dios y tener
comunión con Él. Los afectos espirituales, como se demuestran en las oraciones,
súplicas y acciones de gracias fervorosas, constituyen la adoración de un
corazón recto, en el cual Dios se deleita y es glorificado. (Matthew Henry). Es
necesario adorar a Dios con la conciencia de que Él es espíritu y hay que
adorarlo de acuerdo con su naturaleza y carácter y no con métodos que agraden
al hombre pero que no estén en consonancia con quien es Dios. Una
característica de ser espiritual es ser invisible y hay que entender esa verdad
a la hora de adorar y rendir culto a Dios. No podemos utilizar ningún medio
visible para intentar representar a Dios o utilizar cosas que son carnales y que
Él no ha mandado, no tenemos esa libertad.
Pero surge la interrogante ¿cuáles
deben ser las características que debe reunir un culto y la adoración en
espíritu y en verdad para que agraden a Dios? Veamos algunos aspectos, generalidades,
pero no todo lo que se puede decir de un verdadero culto:
a.-
El culto debe ser en el nombre de Jesús: (Mateo 18:20) La palabra nombre en este pasaje denota autoridad,
carácter, majestad,
poder. Un culto que verdaderamente adore a Dios debe ser hecho bajo la base de
la autoridad de Cristo, de acuerdo a su carácter y majestad y dependiendo de su
poder. Sólo en un culto de esa naturaleza el Señor Jesús promete sellarlo con
su presencia, lo cual demuestra su agrado con tal reunión o congregación.
b.-
El culto debe ser el producto de una vida de sacrificio al Señor: (1
Reyes 6:11-12; Romanos 12:1; 2 Corintios 8:5) Dios no recibe cualquier cosa ni
bendice cualquier estilo de vida. El culto y la adoración como iglesia deben
ser el producto de una vida consagrada y entregada a Dios. Muchos quieren vivir
diariamente en pecado, rebeldía y desobediencia, pero venir al lugar de culto y
adoración revestidos de una simple apariencia de santidad. Parece bueno subir
al púlpito, ofrendar, estar en el coro, tocar o hacer cosas para ser vistos por
lo hombres, pero ser incrédulo o estar en pecado no confesado; los hombres te
alabarán, pero Dios no (Mateo 6:1). Es imposible burlar o engañar a Dios
(Gálatas 6:7).
c.- El culto debe ser con sabiduría: (Nehemías 8:8; 1
Corintios 14:15) Vimos en la predicación pasada que el culto no puede ser el
producto de la ignorancia de quienes lo rinden a Dios. La adoración debe ser
espiritual pero también con la mente, juiciosa. Debe ser el producto de que
conocemos a Dios y su voluntad expresada en la Biblia, lo que le agrada o no le
agrada. El Espíritu Santo no anula el uso del entendimiento, más bien lo guía a
toda la verdad. Si oramos, cantamos o escuchamos una predicación debemos usar
el entendimiento, el buen juicio de acuerdo a la sana doctrina que conocemos.
Nuestras emociones y sentimientos deben estar involucrados, pero debemos cuidar
que el emocionalismo y el sentimentalismo no controlen el culto.
Nada de lo
que hacemos en un culto para Dios es realmente inocuo, todo tiene una
consecuencia buena o mala. El contenido doctrinal de lo que cantamos debe ser
bíblico. Muchas falsas doctrinas han entrado por canciones, himnos y coros. La
música y las canciones no son neutrales. Está también la práctica de tomar
canciones mundanas y cambiarles las letras porque su música nos parece bonita,
eso no es santo, prudente ni sabio.
En cuanto
al contenido de nuestras oraciones, el tal debe ser bíblico y sano
doctrinalmente, acorde con lo que Dios revela de su persona, carácter y
voluntad. Hoy hay oraciones irreverentes, carentes de humildad y paganas en la
forma y el contenido.
No se puede asentir a las
oraciones que no se entienden. Un ministro que sea verdaderamente cristiano
procurará mucho más hacer el bien espiritual a las almas de los hombres que
obtener el aplauso más grandioso para sí. Esto muestra que es siervo de Cristo.
Los niños tienden a
impresionarse con la novedad, pero no actuemos como ellos. Los cristianos deben
ser como niños, desprovistos de mala intención y malicia, pero no deben ser
iletrados en la palabra de justicia, sino sólo en las artes de la maldad. ¿No haría que el cristianismo
luciera ridículo para un pagano si oyera que los ministros oran o predican en
un lenguaje que ni él ni la asamblea entienden? Pero si los que ministran
interpretan claramente la Escritura o predican las grandes verdades y reglas
del evangelio, el pagano o la persona indocta pueden llegar a convertirse al
cristianismo. Su conciencia puede ser tocada, los secretos de su corazón pueden
serle revelados, y así, puede ser llevado a confesar su culpa y reconocer que
Dios estaba presente en la asamblea. La verdad de las Escrituras, clara y
debidamente enseñada, tiene un poder maravilloso para despertar la conciencia y
tocar el corazón.
(Matthew Henry)
d.-
El culto debe ser gozoso pero reverente: (1 Corintios 14:40) En este versículo el apóstol Pablo,
guiado por el Espíritu Santo, nos dice que en los cultos todo debe hacerse
decentemente (decoro, no con desorden, honrosa) y con orden (sin confusión, con
arreglo). La palabra culto implica que algo se prepara, se trabaja.
Podemos estar con gozo, pero sin ser
vulgares, reconociendo para quien es el culto, a quien adoramos y todo ello con
independencia del lugar en donde estemos. Tendemos a actuar con cierta ligereza
y desorden dependiendo del lugar en donde nos encontremos. El gozo y la
reverencia no son opuestos, podríamos decir que nuestro comportamiento en los
cultos debe ser gozosamente reverente. Alguno puede estar ofreciendo el
sacrificio de los necios (Eclesiastés 5:1). Cuando estés en el culto escucha
más de lo que hablas. Canta cuando haya que cantar, pero si hablas durante la
predicación ni escucharás ni dejarás escuchar a los demás. El desorden y la
irreverencia no son tolerado por Dios y nosotros tampoco debemos tolerarlo (1
Corintios 14:32,33).
III.-
CONCLUSIÓN
Hemos visto que existen los falsos
adoradores, son simple apariencia y boca, pero que también existen los
verdaderos adoradores que lo hacen en espíritu y en verdad, con corazones
sinceros.
También vimos que Dios es espíritu y
debemos adorarle con esa conciencia y no buscar maneras de representarlo o de
usar formas carnales para rendirle culto y adoración.
Además, hemos visto en este mensaje
que el culto que agrada a Dios debe ser hecho en el nombre y la autoridad de
Jesús, allí Cristo promete la bendición de su presencia. El culto debe ser el
producto de una vida sacrificada y entregada a Dios en la vida diaria y no sólo
en el templo o lugar de adoración. El culto debe rendirse de manera sabia, con
el entendimiento dirigido por el Espíritu Santo, pero no controlado por el
sentimentalismo y el emocionalismo. Por último, vimos hoy que el culto debe ser
gozoso pero reverente, nunca vulgar, si no con decencia y orden.
IV.-
APLICACIÓN
1.-
¿Eres un verdadero y sincero adorador o eres sólo apariencia y de boca?
2.-
¿Entiendes que Dios es espíritu y que no debe haber formas y maneras dirigidas
por la carne en el culto?
3.-
¿Te reúnes a rendir culto a Dios bajo la autoridad y el poder de Jesús creyendo
que Él está presente en la congregación o ignoras esa bendición?
4.-
¿El culto que dices rendir a Dios es el producto de una vida de santidad
diaria, de confesión al tener conciencia de pecado en tu vida?
5.-
¿Rindes culto a Dios con sabiduría y el entendimiento o es algo sólo emocional
y sentimental nada más porque te gusta estar cantando y con los hermanos?
6.-
¿Eres reverente y respetuoso durante el culto manteniendo el orden y vienes más
a escuchar o rindes el culto de los necios?
Estas preguntas pueden parecer
fuertes, pero son para ayudar a reflexionar y que estemos con la actitud y la
intención correcta cuando nos reunimos como iglesia a rendir culto en adoración
a Dios.
Predicador: José Amado Silvestre Marte